E1 : Gregorio
À titre provisoire, nous proposons une transcription diplomatique de l’editio princeps, ainsi qu’une traduction française inspirée de celle en allemand de Pögl. Trois erreurs typographiques sont corrigées en italiques. Le trait vertical servant à séparer les mots dans miraua|Fabio n’est pas transcrit. Les changements de page et les épisodes sont indiqués entre crochets. Ultérieurement, la transcription TEI réalisée en 2023 par Aitor Codina Guillén dans le cadre de son master sera proposée sur cette page, ainsi que les numérisations.
Notre transcription de E1-1 (2024)
[29v] Patraña quinta.
Vn niño en la mar hallado, / Vn Abad le doctrino, / Y Gregorio le llamo, / Y deſpues fue Rey llamado.
[1] GAbano Rey de Palinodia, viniendo al paſſo dela muerte, llamo vn hijo ſuyo llamado Fabio, y vna hija dicha Fabela. Ya deſpues de hauelles dado con muchos ſollozos y lagrimas ſu bendicion, endreçando la platica a Fabio, le dixo: Mira hijo que te dexo el Reyno, con tal condicion, que no te puedas caſar, ſin que primero caſes a tu hermana Fabela, y mires por ella, como por tu propia perſona. Muerto el padre y hechas aquellas honras que a vn Rey perteneſcian, [2] tanto miraua Fabio por ſu hermana, que quādo comia la hazia comer y ſeruir en ſu miſma meſa, y adereçole vna cama, que no pudieſſen entrar en ella, ſi no fueſſe por ſu Real apoſiento. [3] Fue tanta la conuerſacion de Fabio con ſu hermana Fabela, q̄ ſe enamoro della, y a mal de ſu grado cūplio ſu carnal apetito, y la hizo preñada. Pues como ella tal ſe ſintieſſe, de contino llo|[30r]raua, por hauer cometido tan inorme peccado. [4] Hauiendo ſentimiento Fabio del affligimiēto y triſteza de ſu hermana, y de ſu yerro tan grande, tomando pareſcer de hombres ſabios, determino de yrſe a Roma para alcāçar del Papa cumplido perdon: y aſsi llamo muy en ſecreto vn Seneſcal ſuyo de quien mucho ſe fiaua, y con juramento que a ninguno deſcubrieſſe lo q̄ le queria dezir, le manifeſto el peccado cometido, y como ſu hermana eſtaua preñada. Y que por quanto determinaua de yrſe a Roma a ponerſe a los pies del Padre ſancto, ſe la dexaba encomēdada, y ſeñora y Reyna abſoluta de todo ſu Reyno, ſi otro fueſſe de ſu vida. Contento el Seneſcal, [5] el Rey deſpedido de ſu hermana ſe partio ſolo, ſin ningun criado, con ſu eſclauina, lo mas ſecreto q̄ pudo, como pobre peregrino. [6] El Seneſcal por que mejor y cautamente la Reyna Fabela fueſſe ſeruida, hizo que ſu muger en perſona la ſiruieſſe y conſolaſſe de ſu affligido penſamiento. [8] De alli a pocos dias vino nueva que el Rey Fabio, hauiendoſe embarcado en vna naue camino de Roma, fue ſu deſdicha que perecio en vna terrible tormenta, ſin quedar perſona a vida: [7] de la cual nueua la Reyna Fabela | [30v] recibio en ſu coraçon grandiſsima triſteza. Y por no tener preſente la muerte del padre, ni el peccado acometido, determino echar de ſu preſencia lo que parieſse; y aſsi, mando que le adereçaſden vna caxuela de madera muy bien embetunada. Hecha q̄ fue, aforrola de ſu mano de par de dentro de brocado. Acercandoſe el dia de ſu parto, parido que huuo vn hijo muy hermoſo, embuelto de ricos y preciados pañales puſo le 1dentro con gran quātidad de plata y oro, para que lo criaſsen y doctrinaſſen en letras, y eſcriuio en vna plancha de oro lo que ſe ſigue.
Quien hallare eſta criatura / Dele de Chriſtiano nombre, / Y proſiga, pues es hombre, / Su buena, o mala ventura.
Y mando al Seneſcal, que a pena de la vida, viſta la preſente, lo echaſe en la mar [10] Siguiendo el innocentiſsimo niño ſu ventura, vino a aportar en vna iſla que eran ſalidos a peſcar vnos peſcadores, a reſpecto que vn Abad de vn rico moneſterio, que eſtaua muy cerca tierra les hauia rogado, que trabajaſſen para ciertos combidados que tenia, de ſacar algun peſ|[31r]cado freſco. Y como ya ſe ſalieſſen, encontraron con la caxuela: y ſacandola a tierra, entregaron la al Abad: y el, abriendola vido el niño que en miralle en la cara ſe tomo a reyr y llorar juntamente. Y leyda la plancha de oro, viſta la preſente, aſsi como eſtaua mando llevalle al Abadia y le bautizo llamandole Gregorio, que era el meſmo nombre del Abad. Y los peſcadores determinaron quel oro y la plata guardaſſe el Abad para criar y dotrinar el niño. Y el mas anciano de todos ellos dixo: Señor, ſi manda ſu paternidad, mi muger lo criara, por que eſta para deſtetar vn hijo que tengo, y crea que lo ternemos a muy 2buena ſuerte, ſi eſta merced nos quiſiere conceder: por q̄ niño de tanta beldad, y tal cōpoſtura, no puede dexar de ſer de muy buena parte y noble linage. El Abad como lo tuuieſſe en buena reputacion, ſe lo entrego que lo criaſ̄ſe en cuenta de hijo.
[12] Criandoſe Gregorio en poder del peſcador, quando ya fue de edad de diez añoſ, jugādo vn dia a la pelota con el hijo del peſcador, ſobre falta eſ, no es falta, alço la mano Gregorio y diole vn bofeton. Viniendo llorando delante de ſu madre, y le dixeſſe quien le hauia | [31v] dado, empeço a dezir a Gregorio: Eſte vellaco ribalde borde, quien lo ha de ſuffrir en ſu caſa. Viniendo el peſcador a la noche, Gregorio le ſuplico, que pues el no era ſu padre, que le dixeſ̄e de quien era hijo. Fue tāta la importunacion, q̄ le dixo: El reuerendo Abad Gregorio te lo dira mejor que yo: por quel te me dio a criar, y a el tengo de dar razon del tiempo que ſaſta aqui te doctrine. [13] Ydo delante del Abad, y rogandole con buena criança que le dixeſſe cuyo hijo era, le reſpondio: Dezirte quien es tu padre, y madre Gregorio, yo no lo ſe por cierto, mas de cuanto te ſacamos de la mar de dentro de vna caxuela, cō vna plancha de oro que tengo muy bien guardada eſcrita, que dezia q̄ te bautizaſſen, y aſsi te puſſe mi nombre. Quando oyo aquello de la plancha, le ſuplico que ſe la dieſſe: porque determinaua de yr por el mundo a buſcar ſu padre y madre. El Abad con buenas razones, y dotrinales exēplos, le induzio a que ſoſegaſſe, porque era muy mochacho, y que mas le conuenia que eſtudiaſſe, aſsi en letras como en otros exercicios de virtud. [11] Contento, encomendole a hombres expertos y ſapientiſsimos en letras y arte militar. De tal manera aprouecho | [32r] Gregorio, que cuando vino a edad de quinze años, ſalio tan abil, aſsi en letras como del arte de caualleria, que fue coſa de eſpanto, que todos le alabauan y bendezian.
[9] En eſte meſmo tiempo, viniendo a ſu madre la Reyna Fabela a pedir por muger infinitiſsimos Principes, a ninguno quiſo acceptar por marido: entre los cuales era el Principe de Borgoña, y ſe ſintio por mas agrauiado q̄ todos, de verſe mayor en eſtado y linaje, que no ella, y con tanto deſden aborreſcido: y aſsi determino de hazelle crudeliſsima guerra, de tal manera que le ſubjecto gran parte de ſu tierra. Y teniendo la en grandiſsimo aprieto, [14] fue Gregorio deſpedido del Abad, cō la plancha de oro que le dio, y muchas joyas y dineros: y armado cauallero vino a aportar a do ſu madre la Reyna eſtaua circuyda del Principe de Borgoña: [15] y compadesciendoſe della y de ſu trabajo, aſſento en ſu Real por hombre de armas. De tal ſuerte ſe auino con ſu contrario el Principe de Borgoña, que por ſu reſpecto en breue tiempo le hizo retraer y cobrar las placas perdidas. [16] No ſabiēdo cō q̄ regracialle tal beneficio, los principales del reyno ſuplicarō a la reyna q̄ por ſatisfazer a Gregorio tan | [32v] esforçado y generoſo cauallero, no hallauan otra coſa mas condecente que caſarſe con el, ſi a ella le plazia. Satisfecha la Reyna, pues ellos eran contentos, hizieronſe las bodas tan regozijadas y ſolennes quanto a Reyes pertenescieron, [17] encerrandoſe a la noche los dos en ſu camara real, ſacoſe Gregorio la plancha de oro que en los pechos lleuaua, y dandola a la Reyna, para que ſe la guardaſſe, en tenella en ſus manos cayo de ſu eſtado; y tornando en ſi con vn grauiſimo ſoſpiro dixo: Hay hijo mio. [18] Aconſolandola quanto podia Gregorio rogole, q̄ no dexaſſe de deſcobrille ſu pena. Reſpōdiole: Plazeme, Gregorio y ſeñor mio, pero primero quiero ſaber de vos de que prouincia, y cuyo hijo ſoys. Reſpondiole Gregorio: Sepa vueſtra Alteza que tan poca razon le dare de mi patria, como de cuyo hijo ſoy, pues ſiendo niño de teta de vna caxuela me ſaco de la mar vn Reuerendo Abad, y me bautiço, y me puſo por nōbre Gregorio, y eſte me hizo criar, y dotrino en letras, y me armo cauallero con toda la honrra del mundo: y al deſpedirme del, 3deſpues de muchas mercedes hauer recebido de ſu mano, me dio la preſente plancha eſcrita, que dixo hauer hallado den|[33r]tro la caxuela. Ay! dixo la Reyna, abraçadme Gregorio, que vos ſoys ſin duda mi hijo y mi ſobrino, y agora de nueuo mi marido, no lo pudiendo ſer: que eſta plancha de oro q̄ veys es mia ſin falta, y la letra que eſta aqui eſcrita de mi mano. Preguntandole Gregorio de q̄ ſuerte era ſu hijo y ſobrino, para contarſelo hizo llamar ala muger del Seneſcal, que quedaua biuda, a cauſa de ſer muerto ſu marido en la poſtrer batalla que tuuieron con el principe de Borgoña. Y contandoſelo todo por extenſo Gregorio quedo atonito y eſpantado y muy mas la muger del Seneſcal, en ſaber q̄ aquel era el niño que echaron enla mar. Por lo qual dixo la Reyna, dos coſas te conuiene hijo q̄ hagas, para honrra tuya y mia: la primera es, que lo que te tengo dicho, tengas muy en ſecreto: la ſegunda que te caſes aqui cō la muger del Seneſcal, por pagalle los buenos ſeruicios recebidos della y de ſu marido quen gloria ſea ſu alma: y eſto ſe ha de hazer muy cauta y eſcondidamente, por pacificacion del Reyno. Contentos todos de lo que la Reyna hauia propueſto, caſoſe Gregorio con la muger del Seneſcal, y la Reyna voto caſtidad: los quales biuieron muy honra|[33v]damente por muchos, alegres, y proſperos años, a ſeruicio de Dios.
- 1dentro : éd. denrro
- 2buena : éd. buana
- 3deſpues : éd. deſpnes
Notre traduction (2024)
Cinquième fable
[Prologue] Un garçon trouvé en mer, élevé et instruit par un abbé, et baptisé Gregorio, acquit le titre de roi.
[1] Gabano, roi de Palinodia, parvenu au seuil de la mort, appela Fabio, son fils unique, et sa fille Fabela. Dès qu’il leur eut donné sa bénédiction au milieu de véhéments sanglots et des torrents de larmes, il s’adressa à Fabio en lui disant : « Prends garde, mon fils, car je ne te cède le royaume qu’à la condition que tu ne te maries pas avant d’avoir marié ta sœur Fabela ! Et occupe-toi d’elle comme de toi-même ! » Quand son père eut trépassé et qu’on lui eut rendu tous les honneurs dus à un roi, [2] Fabio se soucia tellement de sa sœur que, quand qu’il mangeait, il la faisait manger à sa table et la faisait servir ; et il lui indiqua un lit auquel on ne pouvait accéder qu’en passant par sa chambre royale. [3] Les relations de Fabio avec sa sœur Fabela étaient si intimes qu’il s’éprit d’elle, assouvit ses désirs charnels avec elle et, malgré leur parenté, et la mit enceinte. Quand elle s’en aperçut, elle pleura à chaudes larmes pour avoir commis un péché si monstrueux. [4] Fabio, peiné par le chagrin et l’affliction de sa sœur et se repentant de sa si grande faute, décida, suivant le conseil de sages, d’aller à Rome pour obtenir du pape une absolution complète. Il convoqua donc en secret son sénéchal, en qui il avait une grande confiance, et, après lui avoir fait jurer de ne dire à personne ce qu’il allait lui révéler, il lui fit part du péché commis, par lequel sa sœur était devenue enceinte, et lui fit savoir que c’était pour cette raison qu’il avait décidé de se rendre à Rome pour se jeter aux pieds du Saint-Père, et que, pour cette raison, il remettait sa sœur à sa garde, en tant que maîtresse et reine illimitée de son royaume s’il devait lui-même quitter cette vie pour une autre. Le sénéchal accepta [5] et le roi prit congé de sa sœur. Il se mit en route tout seul, sans serviteur, dans son manteau de pèlerin, aussi secrètement qu’il le pouvait, comme un pauvre pèlerin. [6] Afin que la reine puisse être servie avec plus d’attention et de sollicitude, le sénéchal ordonna que sa femme la serve et la console de ses pensées chagrines. [8] Peu de jours après, on apprit que le roi Fabio, qui s’était embarqué sur un navire à destination de Rome, poursuivi par la malchance, avait péri dans une tempête qui n’avait laissé aucun homme en vie. [7] Cette nouvelle plongea le cœur de la reine Fabela dans la plus profonde tristesse ; et pour ne plus avoir sous les yeux ni la mort de son père ni le péché commis, elle décida de rejeter de son existence ce à quoi elle allait donner naissance. Elle ordonna donc qu’on lui prépare un petit tonneau de bois et qu’on le calfate soigneusement avec du goudron. Une fois le tonneau fabriqué, elle en tapissa l’intérieur de brocart de ses propres mains. Le jour de son accouchement, elle mit au monde un beau garçon et, après l’avoir enveloppé dans des langes d’étoffe très pure et très précieuse, elle le plaça dans le tonneau, avec une grande quantité d’argent et d’or, afin qu’il soit éduqué et instruit dans l’écriture et la lecture. Et sur une tablette d’or, elle écrivit ce qui va suivre :
Quiconque trouvera cet être, doit lui donner un nom chrétien, et comme il s’agit d’un être humain, qu’il poursuive son chemin vers son bonheur ou son malheur.
Elle ordonna ensuite au sénéchal, sous peine de mort, de le jeter à la mer sur-le-champ. [10] Abandonné à son sort, ce garçon si innocent s’échoua sur une île où quelques pêcheurs étaient partis pêcher. Comme l’abbé d’un riche monastère tout proche avait des invités, ils devaient voir s’ils ne pourraient pas pêcher quelques poissons frais pour eux ; et comme ils étaient partis justement pour cela, ils tombèrent sur le tonneau qu’ils débarquèrent et remirent à l’abbé. Celui-ci l’ouvrit et y vit le garçon qui, en le regardant en face, se mit à pleurer et à rire en même temps. À peine l’abbé eut-il lu la tablette d’or qu’il fit immédiatement porter le garçon à l’abbaye, tel qu’il était, et le baptisa du nom de Gregorio, qui était aussi celui de l’abbé. Les pêcheurs décidèrent que l’abbé prendrait en charge l’argent et l’or pour assurer l’éducation et l’enseignement de l’enfant. Le plus vieux d’entre eux dit : « Seigneur, si Votre Révérence l’ordonne, ma femme l’élèvera, car j’ai un fils qui est en train d’être sevré du sein maternel, je pense donc qu’il serait très bien accueilli, si Votre Grâce veut bien nous le permettre, car un garçon d’une beauté et d’une qualité aussi exceptionnelles ne peut être que d’origine très noble et issu d’une noble lignée. » Comme il jouissait d’une bonne réputation auprès de l’abbé, celui-ci lui confia le garçon afin qu’il l’élève pour son compte.
[12] C’est ainsi que Gregorio grandit sous la surveillance du pêcheur. Alors qu’il avait déjà dix ans et qu’il jouait un jour au ballon avec le fils du pêcheur, il arriva que Gregorio, après un échange de mots du genre « c’était une erreur ! – Non, ce n’était pas une erreur ! », leva la main et donna une violente gifle à l’autre. Comme celui-ci arrivait en pleurant chez sa mère et lui racontait qui la lui avait donnée, elle se mit à gronder Gregorio : « Ce vaurien, ce vilain bâtard, qui le tolérerait encore dans sa propre maison ? ». Le soir, dès que le pêcheur fut rentré chez lui, Gregorio lui demanda de lui dire, puisqu’il n’était pas son père, de qui il était le fils. Il insista tellement que celui-ci finit par lui parler : « Le révérend abbé Grégoire te l’expliquera mieux que moi, car c’est lui qui m’a demandé de t’élever et c’est à lui que je dois rendre compte du temps qui s’est écoulé depuis que je t’élève ». [13] Lorsqu’il se présenta ensuite devant l’abbé et le pria respectueusement de lui dire de qui était le fils, celui-ci lui répondit : « Je ne peux pas te dire avec certitude qui sont ton père et ta mère, Gregorio, seulement que nous t’avons retiré de la mer, de l’intérieur d’un tonneau dans lequel se trouvait aussi une tablette d’or que je garde précieusement. Sur celle-ci, il était écrit que nous devions te baptiser, et c’est ainsi que je t’ai donné mon nom ». Ayant ainsi entendu parler de cette tablette, il lui demanda de la lui laisser, car il avait décidé de parcourir le monde à la recherche de son père et de sa mère. L’abbé sut l’amadouer et le dissuader par des paroles raisonnables et des exemples instructifs, car il était encore un très jeune garçon à qui il appartenait plutôt de se perfectionner dans l’écriture et la lecture, ainsi que dans d’autres compétences vertueuses. [11] Comme Grégoire se contentait de cela, l’abbé le confia à des hommes très instruits et expérimentés dans les sciences et les arts de la guerre. De cette manière, Grégoire sut tirer profit de la situation au point que, lorsqu’il atteignit l’âge de quinze ans, il excellait à la fois dans les sciences et dans les arts de la chevalerie. De cette manière, Grégoire sut tirer un tel profit que, lorsqu’il eut atteint l’âge de quinze ans, il se montra si expert tant dans les sciences que dans les arts de la chevalerie, que c’était un sujet d’étonnement et que tout le monde le louait et le glorifiait.
[9] En même temps, une multitude de princes se présentèrent chez sa mère, la reine Fabela, et tous demandèrent sa main ; mais elle ne voulut prendre aucun d’eux pour époux. Parmi eux se trouvait le prince de Bourgogne, et il s’en sentit plus offensé que tous les autres, car, se croyant supérieur aux autres par son rang et son origine, il fut profondément indigné d’un tel mépris, et résolut de lui faire une guerre cruelle, occupant une grande partie de ses terres. Lorsqu’il l’eut ainsi mise dans une grande détresse, [14] Grégoire fut libéré par l’abbé. Il lui donna également la tablette d’or et lui offrit beaucoup d’argent et une quantité de pierres précieuses. C’est ainsi que celui-ci, équipé en chevalier, arriva là où sa mère, la reine, était assiégée par ce prince de Bourgogne. [15] Et comme sa détresse suscitait la compassion de Gregorio, il prit d’assaut le camp avec des hommes expérimentés au combat. De cette manière, le prince de Bourgogne fut contraint d’affronter son adversaire qui, à son tour, le força à battre en retraite peu de temps après et exigea qu’il restitue les territoires perdus. [16] Ne sachant pas à qui ils devaient ce bienfait, les grands du royaume demandèrent à la reine de se marier avec Gregorio, s’il acceptait, car ils ne pouvaient rien trouver de plus approprié pour satisfaire ce chevalier courageux et désintéressé. La reine accepta et l’on se prépara à célébrer les noces avec joie et festivité, comme il sied à des rois. [17] Le soir, alors que les deux époux se retiraient dans leur chambre royale, Gregorio sortit la tablette d’or qu’il portait sur sa poitrine et la donna à la reine pour qu’elle la garde. Mais à peine la tenait-elle dans ses mains qu’elle s’évanouit et, revenue à elle, elle dit avec un très profond soupir : « Ah, mon fils ! » [18] Gregorio, qui la rassurait de son mieux, lui demanda de ne pas hésiter plus longtemps à lui découvrir la cause de sa douleur. Mais elle lui répondit : « Très volontiers, Grégoire, mon maître, mais je voudrais d’abord que vous me disiez de quel pays vous venez et de qui vous êtes le fils ». Grégoire lui répondit alors : « Sachez, Votre Altesse, que je ne suis pas en mesure de vous donner des informations sur mon pays d’origine, ni de vous dire de qui je suis le fils. Car alors que j’étais encore un nourrisson, j’ai été retiré d’un tonneau qui flottait dans la mer par un vénérable abbé et il m’a baptisé et nommé Gregorio. Celui-ci me fit élever et m’instruisit dans les sciences, et il me fit chevalier avec tous les honneurs du monde. Mais lorsque, après avoir reçu de sa main de nombreuses faveurs, je pris congé de lui, il me remit cette tablette inscrite qu’il prétendait avoir trouvée dans le tonneau. – Ah ! s’écria la reine, prenez-moi dans vos bras, Gregorio, car vous êtes sans aucun doute mon fils et mon neveu, et maintenant, depuis peu, mon époux ! Mais cela n’est pas possible, car cette tablette d’or que vous voyez est très certainement la mienne, et les mots qui y sont écrits sont de ma main ». Grégoire lui ayant demandé par quelle fatalité il était son fils et son neveu, elle fit appeler, pour le raconter, la femme du sénéchal. Elle était devenue veuve entre-temps, son époux ayant perdu la vie dans la dernière bataille qu’ils avaient livrée contre le prince de Bourgogne. Lorsqu’on lui raconta tout en détail, il fut tout bouleversé et épouvanté, et la femme du sénéchal encore plus, lorsqu’elle apprit que c’était l’enfant qu’elle avait jeté à la mer. La reine dit alors : « Il y a deux choses, mon fils, que tu dois accepter pour ton honneur et pour le mien. D’une part, tu dois garder le secret sur ce que je t’ai dit, et d’autre part, tu dois épouser la femme du sénéchal ici présente, afin de la dédommager pour les bons services qu’elle t’a rendus, et aussi son époux. Que son âme obtienne la gloire éternelle. Et tout cela doit se faire avec beaucoup de prudence et très discrètement, afin de ramener la sérénité dans le royaume ». Comme tout le monde était d’accord avec ce que la reine avait avancé, Gregorio se maria avec la femme du sénéchal et la reine fit vœu de chasteté. Ils vécurent très honorablement, pendant de nombreuses années heureuses et bénies, au service de Dieu.